El avance tecnológico ha supuesto una importante transformación en las relaciones entre adolescentes: puede suponer grandes beneficios, pero también riesgos. Es aquí donde entra el consumo de pornografía entre los adolescentes.
La pornografía: la «educación sexual» para muchos jóvenes
La expansión de Internet ha influido notablemente en la sexualidad de los adolescentes. En muchos casos, los jóvenes utilizan los móviles para ver pornografía, sustituyendo así a una correcta educación sexual.
Si miramos a nuestro alrededor, seguro que la mayoría de los adolescentes cuentan con un móvil y con acceso a internet para acceder a toda la información que quieran. Dentro de estos contenidos, está la pornografía, bien sea porque no han recibido una correcta educación sexual o porque, quizá, es un tema del que les cueste hablar en el entorno familiar o escolar y se deciden a investigar en la red para saciar su curiosidad sexual.
Visualizar contenido pornográfico puede generar determinadas expectativas irreales sin que sepan qué separa la ficción de la realidad, ya que la pornografía tiende a exagerar los actos sexuales e, incluso, emplea en algunos vídeos contenidos de violencia y posesión.
En algunos casos, para los adolescentes la pornografía se convierte en su educación sexual, llegando a interpretar lo que ven en los vídeos como una conducta normal, generando así una sexualidad abusiva y egoísta.
¿Qué adolescentes consumen pornografía?
Cualquiera que tenga un dispositivo móvil puede hacerlo, esa es la realidad; no obstante, un estudio de Save The Children hace referencia a que más de la mitad de los jóvenes comienza a consumirlo antes de los 13 años. Casi el 94% lo hace en la intimidad y el 98,5% en contenidos gratuitos online llenos de violencia y desigualdad.
Además, según un artículo de Ivatad (Centro de Desintoxicación en Valencia para el tratamiento de adicciones), algunos jóvenes consumidores de pornografía comparten determinados comportamientos o conductas:
- Alta irritabilidad.
- Baja tolerancia a la frustración.
- Tendencia al aburrimiento.
- Suelen ser introvertidos.
- Baja autoestima.
Estos rasgos no son determinantes, ya que cualquier joven tiene acceso a la pornografía de forma sencilla y gratuita; pero sí que nos puede ayudar a la hora de establecer campañas de prevención.
Es importante educar a los hijos en sexualidad y hablarles sobre el tema sin miedo para que vean que no se trata de un tema tabú. Gracias a ello, podremos prevenirles sobre enfermedades de transmisión sexual, violencia, desigualdad de género y conseguir que desarrollen valores para tomar decisiones saludables y respetuosas en su sexualidad.
Si crees que tu hijo ve pornografía y le está afectando a nivel emocional y social, te recomendamos hacer una consulta de terapia psicológica de adolescentes donde te asesoraremos y os ayudaremos a enfrentaros al problema.
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